Banda Sonora de Luna. Capítulo IV.

Banda Sonora de Luna

Capítulo IV

-Ey… Precioso. Volveré. Te lo prometo. Vas a estar bien. En serio. – Suspiro, unas lágrimas resbalan por mis mejillas. Roni me olisquea la cara y me lame los surcos que dejan las gotas al salir de mis ojos. Se retira. Me mira. Tuerce la cabeza. Lloriquea y vuelve a lamerme. – Te voy a echar mucho de menos Roni. Me vas a hacer mucha falta.

Ya casi ni se me entiende, mis fosas nasales están siendo ocupadas por un fluido viscoso  que no me deja respirar. Y empiezo a sollozar un poco abrazada a Roni que parece entender que estoy muy triste, pero el pobre no sabe por qué.

-¿Te gusta tu nueva casa? Si cariño te vas a quedar aquí, tienes más jardines que en toda la ciudad, y tu propia habitación. Seguro que a Matías no le importa que te subas a los sillones…No me mires así.

Estoy sentada en el suelo de la inmensa habitación que parece ser se me ha sido asignada en la mansión de los Marté, los techos tan altos cuando me siento tan pequeña en ese habitáculo me ponen de los nervios. La cama perfectamente hecha y oliendo a suavizante del azul, con un cabezal rococó y sus dos mesillitas a juego, las cortinas que caen desde lo más alto de la habitación, blancas, inmaculadas, una cómoda grandísima. En un rincón, una mesita y un par de sillones con tapizado estampado pop art y un par de cuadros pop art también. Tengo mi propio baño del mismo tamaño que era el comedor de mi piso y un vestidor lleno de ropa de mi talla que no me pondría jamás.

De hecho, mi maleta es al final un par de mudas, ropa interior y unos pares de zapatos cómodos. Ya se han encargado el resto de la familia de Uri de prepararme un montón de paquetes llenos de “cosas necesarias”.

Roni está sentado frente a mí, está un poco preocupado. Me observa. Mueve la colita. Se me acerca. Me besa… Es un cielo. Es mi cielo. Me va a costar tanto.

La puerta se abre, Lauri se asoma, y al ver mi cara roja e hinchada de llorar se acerca a abrazarme. Detrás de ella entran Uri, su madre Paula, y dos de sus hermanos Marcia y Bibian.

La madre de Uri, así como toda su familia, tiene una imagen de poder y control sobre todo que da mucho miedo, Paula es una mujer joven, alrededor de 50 años, piel tersa, clara y suave como si tuviera 25, solo unas cuantas marcas de expresión que le confieren personalidad a su belleza clásica, ojos oscuros y melena castaña clara, de porte esbelto y elegante, siempre perfectamente combinada y maquillada. Toda una señora con clase. Sin embargo, y a pesar de su tendencia a mirar por encima del hombro, su expresión es cálida y a mí, personalmente, me cae bien. Hemos hablado un par de veces y ha sido muy dulce y comprensiva conmigo, aunque, para decir toda la verdad, no tiene ni idea de qué clase de ropa me pondría ya que fue ella la que me llenó el armario. Ella también me mira desde la puerta aguantando las ganas de acercarse. La educación es algo que impera en esta familia y dejarnos espacio a Ron, Lauri y a mí es algo que han notado es de primera necesidad.

Uri, por otro lado, no se lo piensa mucho y se acerca al círculo de lo que se supone queda de mi familia abriéndose paso a empujones. Ron protesta moviendo el rabito, tiene mucho cariño a Uri, se levanta y va trotando hasta Marcia Y Bibian. Mirándoles desde abajo y pidiendo cariño con sus preciosos ojos color miel.

Lauri me abraza, mientras yo sollozo ritmicamente, ambas estamos sentadas en el suelo, sobre una alfombra carísima. Uri se ha sentado a nuestro lado y tiene una mano sobre mi hombro, está mirando a la preciosa alfombra. Está sintiendo mi dolor.

Marcia, es una de las hermanas pequeñas de Uri, está en pleno apogeo de su adolescencia, tiene 17 años, es preciosa y delgada, gimnasta desde que fue adoptada hace ya 12 años, sus preciosos rasgos orientales hacen que llame la atención allá donde va, y sus formas excéntricas han ido siendo adquiridas de la familia adoptante. Es una chica simpática, pero está en una edad difícil, parece que tiene bastantes encontronazos con Uri y su madre, sin embargo conmigo ha conectado muy bien, y me va a resultar doloroso despedirme de ella. Está acariciando a Ron detrás de las orejas como a él le gusta, y eso hace que vaya estirando el cuello y bajando el cuerpo lentamente mientras se le va abriendo la boca en un gesto como de sonrisa de placer. Ron es un espectáculo. Mientras, Bibian también le acaricia el lomo. Éste es bastante más frio y distante, Bibian tiene 20 años y fue adoptado hace 7, aunque es parte de la familia le cuesta algo más sentirse totalmente integrado, domina el idioma, pero tiene un acento Ruso difícil de ignorar. Es alto, fuerte y totalmente albino, ojos claros, pelo casi blanco, y piel prácticamente transparente, sus rasgos son suaves, no los típicos de ruso peligroso, es extrañamente guapo.

Su otro hermano ha salido esta mañana y aún no ha vuelto. Es piloto y tiene un jet privado. Puede que esté en Helsinky, quien sabe. Joss siempre está de viaje por todos lados, en una semana puede estar en Roma, Sicilia, Galway, Rovaniemi, Isla Mauricio y Atenas si ningún problema. Como él no paga la gasolina. Tiene 28 años, la edad de Uri, Fue adoptado cuando Uri era aún un bebé y han crecido juntos, es de origen africano, Etiopía, para ser más precisos. Su piel es oscura como el ébano, es tan fibroso que da rabia que no haga deporte ni aunque le peguen, va siempre en coche, moto, taxi, o avión ¿para qué va a andar? Es irónico y sarcástico, algo prepotente y presumido, muy parecido a Uri ahora que lo pienso, y lo que más llama la atención de él son sus ojos, azules, azul oscuro, casi tanto como su piel. Y cuando lo combina con su sonrisa brillante dan ganas de arreglarle los dientes con un bate. Casi no he hablado con él pero ni falta que hace. Se dirigió a mí una vez y me miró de arriba abajo con un gesto rarito. Pude entrever que pensaba “¿por esta chiquilla tanto jaleo? “. En fin. Me hizo sentir pequeña. Más aún si cabe.

Paula decide que nuestro periodo de compadecernos de nosotros mismos ya ha sido más que suficiente y nos interrumpe:

-Aquí estamos todos vivos, sanos, y todo lo que había que solucionar está hecho. Basta ya de lamentaciones. Luna, esta es una gran oportunidad para ti. Una beca de estudios en Noruega no se la dan a todo el mundo.

No me queda más remedio que fulminarla con la mirada, Lauri, no tiene que saber nada de las historias fantásticas de mis ojos y de los planetas que se dedican a lanzar súper héroes a la Tierra. Ese es el paripé. Ella cree que yo, en un arrebato de locura, solicité una beca de estudios para complementar mi Licenciatura en Arte en Noruega, allí con los salmones. No me cabe ninguna duda de que allí tendrán unos Masters  y unos planes de estudios maravillosos, muy por encima de los que tenemos en España, posiblemente. Pero ¿en qué momento iba a pensar yo en irme para allá? Pues nada, parece que ese es mi destino. Pasar frio en los fiordos. Mientras “estudio” en una escuela muy exclusiva. ¿Será esa mi cárcel?  ¿Estoy huyendo? ¿Escondiéndome? ¿De quién? Ellos, ¿me protegen?

Me voy, si, para no poner en peligro a los que quiero. Por eso, y porque Uri me lo ha pedido.

-Entiendo que os vayáis a echar de menos, pero todo esto es para mejorar ¿No? De hecho Lauri va a empezar a trabajar en la empresa de unos amigos nuestros. SundayCover le ha ofrecido un puesto en el departamento creativo.

Miro a Lauri emocionada:

-¿Es eso cierto?

Lauri parece muy contenta de repente. Al mencionar la noticia, se le ha iluminado la cara, llevaba mucho tiempo trabajando de azafata, camarera, posando en la escuela de arte para sacar unos eurillos y dejando de lado su vocación. Esta va a ser una oportunidad de oro para ella y yo me alegro. Independientemente de lo que hayan tenido que ver la familia de Uri. Sé perfectamente que Lauri les encandilará con sus ideas. Que se sentirá realizada y que su trabajo será reconocido. Ella lo vale. Es una artista de los pies a la cabeza.

-Parece que por fin voy a tener un trabajo de verdad Luna…-dice Lauri emocionada- y permitirme un piso para mi sola, cuando tú te vayas, no creo que nadie más me aguante.

Miro a Uri agradecida. Y rio nerviosa con Lauri.

-Supongo que el tema de mi trabajo, mi pasaporte, el piso que hemos dejado hecho añicos, el alquiler, mi casero… y todos esos detalles también estarán solucionados – digo mirando a Paula.

-Todo arreglado – dice con dulzura, y me sonríe desde la puerta aún sin entrar.Obvio. Cómo se me ocurre preguntar tal cosa.

-Mamá Paula lo arregla siempre todo a su manera – dice Marcia con un poco de retintín- Luego no te sorprendas si te sigue un guardaespaldas.

-Alguna vez te vino bien Marcianita, que no paras de meterte en líos –defiende Bibian a su madre adoptiva mientras da un pescozón a Marcia, que lo mira como perdonándole la vida.

-A mi manera o a la que sea está todo listo para que mañana cojáis el vuelo a Oslo.

Podría llevarme Joss ¿no? Pues no. Está demasiado ocupado. De todas formas vamos en una especie de aerotaxi privado. No puedo quejarme la verdad.

-¿Uri se va contigo?

Pregunta sorprendida Lauri

-Va a acompañarme Lauri, luego se vuelve – Miento, odio mentir a gente que merece toda la verdad.

La explicación que Los Marté  dieron a Lauri del asalto a nuestro hogar fue la siguiente.

Esa gentuza estaba siguiendo a Uri, el hijo de la rica familia Marté, los hijos de la familia habían sufrido muchas veces el intento de secuestro, por eso su madre, Paula, estaba tan obsesionada con la seguridad, y por eso Uri estaba tan bien entrenado para defenderse. Por suerte Lauri no vio a Uri disparar, la pobre ya estaba inconsciente. Uri esa noche iba sin protección, vieron el filón y atacaron. Nosotras éramos simples daños colaterales de un intento de secuestro, casi rutinario. Las denuncias ya estaban puestas y la investigación abierta. Fin de la conversación. Por eso la familia se sentía tan culpable por los daños. Y en la obligación de compensarnos de alguna manera. Fuera como fuese, Lauri se lo había tragado todo. La tenían encantada. A todo confort en su habitación, Matías no la había dejado ni a sol ni a sombra, cualquier cosa que necesitábamos ahí estaba Matías para socorrernos.

Ciertamente toda la familia se había portado de forma ejemplar con nosotros.

Llevamos cuatro días en esta mansión prácticamente presas. No hemos salido para nada. Hemos visto entrar y salir a toda la familia, pero nosotras, Ron y  Matías hemos estado aquí de forma indefinida viendo pasar los días. Lauri recuperándose, Ron disfrutando de todo lo que le rodeaba, y yo intentando comprender de donde vengo, y sobre todo y por predecible que parezca a dónde demonios voy.

Matías y yo hemos tenido un par de conversaciones divertidas y otro par en las que se le nota que sabe algo y que se muere de ganas de contármelo. Pero nunca llega el momento. Siempre aparece alguien. O le reclaman para algo.

-Gracias por el muffin Matías, ¿cómo sabías que estos son mis favoritos?- le dije hace un par de mañanas.

-Tiene cara de duendecilla del bosque, supuse que los arándanos le gustarían – y me sonrió graciosamente.

A pesar de su uniforme serio, tiene un aspecto juvenil que para los 60 años que debe de tener, es difícil de definir. Pelo canoso y abundante, semilargo recogido en una coleta, lleva un collar un poco hippy que a veces se ve por debajo de su camisa y su sonrisa ilumina la noche más oscura.

-Le conozco poco Mati, pero ya le tengo un gran aprecio – le dije sincerándome- ¿cómo ha acabado trabajando para esta familia? Parece que no es muy de su estilo.

– Llevo  con la familia Marté desde niño. Mi familia ya trabajaba para ellos. Yo heredé el puesto. Pero me gusta. Son peculiarmente adorables todos ellos. Y usted también señorita Luna. Le dejo que desayune tranquila. Ya sabe cómo encontrarme.

Le ví salir mientras mordisqueaba mi muffin en la cama y lo ponía todo perdido como siempre. No sé comer sin ensuciar. Estaba pensativa. Que hombre más extraño, y agradable, era como si le conociera de toda la vida. Transmite tanta serenidad. Fui a coger la taza de Colacao que me había preparado y algo cayó al suelo.

Me incorporé, bajé de la cama presidencial sobre la que estaba y busqué aquello que había oído caer. Era un colgante, con una piedra azulada y áspera engarzada en un soporte gris metálico con unas formas étnicas muy raras. El cordón sí que lo reconocí, era igual que el de Mati, de piel marrón. Sonreí. Y me lo colgué sin pensarlo.

Aquella tarde cuando me crucé con él por los pasillos le cuqué un ojo. Posiblemente parecería un tic, porque no se me da nada bien hacer esos gestos tan cucos. Pero él rió con aprobación al ver qué llevaba en el cuello. Se acercó y me lo escondió un poco por debajo de la camiseta. Eso me sorprendió, pero asumí que no debería lucirlo como un anillo de compromiso de diamantes, sino ser discreta.

Desde aquel día Mati y yo tenemos una complicidad especial, tenemos un secreto, que realmente aún no entiendo. Pero creo que ya está bien que yo sepa algo, y ellos no. Aunque no tenga ni idea de su significado. En algún momento llegará. Supongo que tendré que investigar. Pero aquí no. Me siento presa. Vigilada. Esta falsa sensación de seguridad. Todos parecen ser demasiado buenos. Creo que estoy sacando las cosas de quicio pero prefiero ir con pies de plomo.

Roni vuelve a mi regazo, me levanto junto con Lauri y Uri y nos abrazamos mientras Ron da vueltas a nuestro lado celoso. Por fin Paula, Marcia y Bibian entran y se unen a este momento sentimental.

-Lauri, ¿te despedirás tú del resto de personas?.

-Claro Luna, mucha gente va a extrañarte. A ver como se toman las chicas de arte que no hayas hecho una fiesta de despedida. O tus pretendientes que no vuelvas a llamarles. –ríe -Les explicaré que no has tenido tiempo.

-No me han dejado, mejor dicho – miro a Paula, que me responde la mirada con reprobación.

-Vamos a cenar – grita Marcia- ¡¡¡Hoy hay fajitas!!! ¡¡¡Mati sabe que me encantan!!!

Ella y Bibian salen rumbo a la cocina donde se come más familiarmente dándose golpecitos el uno al otro, Marcia tiene una agilidad impresionante, da algunos saltos  que quitan el hipo, como para ser ninja silenciosa y mortal. Bibian es un poco más torpe. Se ríen. Se quiere. Miran hacia atrás. Nos meten prisa. Uri ríe con su madre, Lauri me mira con cariño y tristeza a la misma vez.

Marcia sale corriendo como un lince ya está en la cocina….

-¡¡¡Venid rápido, también hay margaritas!!!! ¡¡¡Y está papá!!! – se escucha desde allí.

Son una familia muy unida. Más de lo que se esperaría de una mezcla tan rara de riqueza, etnias y niños adoptados de diferentes edades. Peculiar y especial como diría Mati.

Durante la cena, con los margaritas, el ambiente se va animando, Uri me pone ojitos, pero está un poco borrachillo, no le hago caso, aunque me gusta imaginarme que no es por el tequila sino porque le gusto por lo que no me quita el ojo de encima. Lauri está muy divertida cuando bebe un poco y se lo está pasando pipa con Bibian y Marcia, Mati entra y sale con diferentes cosas, pregunta, sonríe, de vez en cuando se echa una nacho a la boca y continúa trabajando.

Paula le invita a sentarse con nosotros, pero éste declina la sugerencia amablemente.

Marco es el nombre del padre de familia, un rico empresario, inversor en diferentes  sectores y heredero de un gran imperio de minas en Sudamérica.

Es un hombre alto y fuerte, con el rostro cubierto con una espesa barba castaña con algunas canas ya, atractivo pero con una nariz prominente, Uri tiene un cierto parecido, pero muchísimo más guapo, claro.

Está observando la escena de la cocina, la alegría, el jolgorio, el alboroto y aunque su semblante es serio, se nota que está disfrutando.

Me mira, y cambia su expresión, se endurece un poco y se me acerca.

Esto me incomoda, ciertamente, estaba tan contento y al coincidir con mis ojos va y se enfada. ¿A qué viene esa actitud? Uri se ha dado cuenta de ello, claro, si no para de mirarme y sonreírme con cara de conquistador borracho. La verdad es que hasta así es encantador.Al ver que Marco se me acerca hace el amago de unirse también, pero Marco le dedica una mirada que hace que prefiera darse la vuelta y no mirar, Paula, que está en todo, se acerca a Uri y le ofrece quesadillas y Cocacola, puesto que considera que ya ha bebido suficiente. Uri se deja llevar por mamá.

 

-¿Cómo estas Luna? – Pregunta amablemente Marco -¿Cómo llevas todo esto?

-Si puedo ser sincera Marco – contesto- bastante mal, nada de esto entraba en mis planes. Demasiada información. Mucho miedo.

-Es normal cielo, pero una cabeza como la tuya debe de ser capaz de comprender todo esto, y mucho más… debes abrir tu mente y dar rienda suelta a tus capacidades Luna. No sabes lo que vales.

-Desde luego que no lo sé. Y cuanta más información, más miedo, y menos ganas de abrir nada. – contesto algo enfadada, pero ¿Éste que se ha creído? ¿Qué trabajo para él?

-Espero que sepas descubrirte y sacarte partido, por el bien de todos… -mientras dice esto está mirando a Uri .

-¿Qué quieres decir?

-Poco a poco iras descubriendo de lo que eres capaz. Cuida de él.

-¿Qué yo cuide de él?

Marco empieza a andar dándome la espalda y dejándome con la palabra en la boca.

Ya me cae gordo. No puede ser que me suelte todo eso y se vaya así. No sé si estaba preocupado por Uri, o preocupado por sacar el máximo partido posible a lo que quiera que sea que soy tan súper capaz de hacer.

La cena va llegando a su fin y la familia se va disolviendo.

Esta noche dormimos en mi cama Lauri, Ron y yo. Lauri esta medio contentilla aún y Roni la mira divertido. Yo no paro de darle vueltas a todo. Sobre todo a la conversación con el padre de Uri. ¿Dónde me estoy metiendo? ¿Cómo voy a proteger yo a Uri? ¿De qué?

-¡¡¡Luuuna!!! Te quieroooo mucho, lo sabes ¿¿¿veeeerrrrdad??? –dice Lauri mientras se ríe al darse cuenta de que habla como si llevara un calcetín en la boca.

Yo sonrío.

-Claro que lo sé pequeño saltamontes, y yo a ti.

-Te voy a echarrrr de menos – dice más seria pero aún con el calcetín en la boca.

Roni salta de un lado a otro de la cama como en un ataque de felicidad repentina, nos chuperretea a las dos y nos patalea al saltar encima de nosotras, hay que tener en cuenta que Roni pesa 30 kilos. Cuando termina con su espectáculo de alegría se estira entre las dos bufando de gusto y acaba panza arriba entre Lauri y yo que hemos unido nuestras manos sobre la cabeza de Ron encima de la almohada. Lauri tose un poco y cae en un sueño posiblemente alentado por el alcohol.

-Yo también os voy a echar muchísimo de menos…-suspiro mientras miro al altísimo techo y se  me empañan los ojos…

4 comentarios en “Banda Sonora de Luna. Capítulo IV.”

Deja un comentario